Diez años después del accidente de Fukushima
Han transcurrido 10 años del accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima Dai-ichi, causado por un terremoto imprevisible y el posterior tsunami. El 13 de abril de 2021, Japón decidió verter «en el océano aguas todavía potencialmente radioactivas de la central nuclear de Fukushima»[1], pues se trataría de «la mejor solución para eliminar el tritio y las huellas de otros radioisótopos presentes en el agua»[2]. Las primeras descargas de prueba, graduales, podrían comenzar dentro de dos años, y probablemente se requerirán décadas para eliminar 1,25 millones de toneladas de agua residuales (más las que se acumularán mientras tanto).
El Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA por sus siglas en inglés) y Estados Unidos anunciaron su apoyo al proyecto y al gobierno japonés. Sin embargo, numerosas comunidades de pescadores y muchos ciudadanos japoneses protestaron contra esta decisión. Además, el plan fue duramente criticado por lo países vecinos[3]. Expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas y ONG ambientalistas como Greenpeace han expresado fuertes preocupaciones y se oponen al programa, en la medida en que amenaza la salud humana y el medioambiente marino[4].
En concomitancia con el anuncio del plan de descarga de las aguas residuales, Japón confirmó que en el verano de 2021 sería el anfitrión de los Juegos Olímpicos, postergados el año anterior debido a la pandemia del Covid-19, todavía en curso; y también esto nos induce a reflexionar sobre la complejidad y las múltiples facetas que han alcanzado los problemas que conectan no solo a las naciones de Asia oriental, sino a toda la humanidad, hoy en día una comunidad global.
Este artículo enfrenta la complicada cuestión de las aguas residuales de Fukushima, teniendo en cuenta las dimensiones del control científico, el bien común y la responsabilidad pública, en el espíritu de las encíclicas del papa Francisco Laudato si’ (LS) y Fratelli tutti (FT), que arrojan nuevas luces sobre el significado de la Casa común, bajo las sombrías nubes de la pandemia.
El accidente nuclear de Fukushima
El 11 de marzo de 2011 el terremoto de Tohoku (de magnitud 9,0) y el posterior tsunami golpearon la central nuclear de Fukushima Dai-ichi y dañaron gravemente varios reactores, dejando fuera de servicio los sistemas de enfriamiento de las piscinas de combustible agotado[5]. La interrupción de la energía eléctrica provocó la fusión de tres reactores nucleares, con las consiguientes explosiones de hidrógeno y la liberación de contaminantes radioactivos. El intenso calor del combustible nuclear hace que el núcleo de un reactor fundido requiera un enfriamiento continuo; desde entonces, esta tarea ha producido cerca de 180 toneladas de aguas residuales cada día, alcanzando un total de 1,25 millones de toneladas de agua, equivalentes a más de 500 piscinas olímpicas[6]. El agua contaminada se almacena en embalses, y su acumulación continuará indefinidamente. Después del desastre de Chernobyl en 1986, el de Fukushima ha sido el accidente en centrales nucleares más grave de la historia: se le asignó el nivel 7 (el más alto) en la escala internacional de clasificación de los eventos nucleares (INES).
Abrumada por las causas legales y las protestas de ciudadanos – víctimas, de diversas maneras, del desastre –, la Tokyo Electric Power Company (TEPCO), empresa que gestiona la central nuclear, reconoció que no había adoptado las medidas adecuadas para afrontar una situación como el que tuvo lugar, y que los sistemas de seguridad no cumplían los requisitos basados en la evaluación del riesgo[7]. El reconocimiento posterior, por parte de la TEPCO, de haber descargado por varios años las aguas residuales contaminadas en el océano sin filtrarlas adecuadamente, provocó un gran escándalo y conmocionó no solo a los japoneses, en particular, a los pescadores de Fukushima, sino también a la población de los países vecinos.
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En efecto, enormes cantidades de «agua contaminada por materiales radioactivos» fueron vertidas en el océano sin el previo filtrado adecuado y sin que se evaluase el peligro que provocaban[8]. Desde 2013, la TEPCO ha adoptado el Advanced Liquid Processing System (ALPS) para remover los materiales radioactivos presentes en el agua contaminada[9]. La empresa afirmó que el sistema ALPS puede reducir la concentración de material radioactivo hasta llevarla bajo el umbral normativo (es decir, dentro del estándar de seguridad permitido), a excepción del tritio[10] y del carbono-14. Sin embargo, después de recurrentes solicitudes de los expertos, el gestor refirió que el 71% de los tanques están todavía llenos de aguas que contienen 62 tipos de nucleidos adicionales, todos considerados por encima del umbral de seguridad[11].
De modo que la TEPCO parecía haber perdido credibilidad pública en la sociedad civil japonesa. En consecuencia, el gobierno y la Asociación Nacional de Pescadores Japoneses (全漁連), convinieron en 2015 proseguir las conversaciones en curso y tomar cualquier decisión futura en conjunto.
El gobierno japonés creó un equipo de trabajo especial (es decir, un comité asesor del gobierno) para investigar, evaluar y sugerir el método de tratamiento más apropiado para el agua contaminada almacenada en la planta nuclear de Fukushima. El comité de expertos se reunió 17 veces desde noviembre de 2016 y presentó un informe final al gobierno, concretamente al Ministerio de Economía, Comercio e Industria[12].
El equipo de trabajo sugirió como método más apropiado la descarga en el océano de las aguas servidas (propuso en total ocho métodos: cinco soluciones oficiales y tres no divulgadas). Además, exigió como condición necesaria y de manera unánime, en el curso del decimocuarto y decimoquinto encuentro, que el gobierno, antes de tomar una decisión, suministrase la información oportuna, abriese un debate y garantizase la comprensión adecuada de las siguientes categorías de personas: los ciudadanos japoneses (especialmente los habitantes del territorio de Fukushima); los habitantes en zonas limítrofes, como los de China continental, de la península coreana y de Taiwán, con quienes podrían existir conflictos de interés; y otras personas que podrían verse afectadas por problemas medioambientales.
El equipo de trabajo advirtió que, en caso de que surgiesen conflictos de interés entre el gobierno y los ciudadanos, o bien con naciones extranjeras, el costo socioeconómico podría poner en peligro el plan de descarga del agua. El equipo también tomó en consideración la importancia de los aspectos ecológicos. Como afirmó el profesor Koyama, de la Universidad de Fukushima, miembro del equipo de trabajo, «el mar no es solo de Japón, sino de toda la humanidad»[13].
Sin embargo, el 13 de abril Japón anunció la decisión de verter aguas contaminadas en el océano, sin abrir una discusión previa, que estuviese dirigida a persuadir a ciudadanos y extranjeros. Aunque el gobierno japonés declaró que empezará a descargar el agua residual dentro de dos años, momento en que se estima que la capacidad de los tanques de agua residual será colmada, su decisión ya está creando problemas complejos en el campo ecológico, social, económico, político y diplomático.
Manejar la crisis: seguridad, factibilidad y responsabilidad
El director general de la IAEA, Rafael Mariano Grossi, acogió positivamente la decisión anunciada por Japón de verter en el mar el agua residual almacenada en la central nuclear de Fukushima Dai-ichi; afirmó que «la IAEI está lista para brindar apoyo técnico en el monitoreo y en la revisión de la realización segura y transparente del proyecto»[14]. En su declaración audiovisual observó además que «la seguridad nuclear es una responsabilidad nacional, y correspondía al gobierno de Japón decidir cómo enfrentar el problema crítico de la gestión de las aguas. Confío en que, mientras obra para llevar a cabo la actual decisión, el gobierno continuará interactuando con todas las partes de modo transparente y abierto»[15].
Hasta ahora, la IAEA se atuvo a una abierta política de consenso y de apoyo, en virtud de la cual sus expertos «colaborarán» en la gestión de la descontaminación de la energía nuclear y «deberián tener en cuenta» todas las técnicas y los procedimientos para poner de manifiesto los problemas potencialmente importantes. La relevancia de temas como «la transparencia, la apertura, la responsabilidad y la fiabilidad» debería tenerse en cuenta en la esfera pública moderna, especialmente cuando se enfrentan crisis de este tipo. Fueron estos temas los que guiaron «el espíritu moderno» (Zeitgeist) hacia la mejora del mundo para toda la humanidad.
Podemos leer el objetivo de la IAEA de «solidaridad en la seguridad» en el lema «La cooperación mejora la seguridad nuclear en todo el mundo»[16]. El Mid Term Summary Report (2013-2020): Cooperation between the International Atomic Energy Agency and Fukushima Prefecture – Radiation Monitoring and Remediation nos informa de que tanto la prefectura de Fukushima como la de IAEA compartieron tecnologías e información según los estándares mundiales de seguridad. Ambos han destacado la importancia de la transparencia y de la responsabilidad pública, afirmando en repetidas ocasiones que están «tomando en consideración» sus actividades para el monitoreo y el saneamiento de las radiaciones. Por ejemplo, en cuanto a la «gestión de los residuos derivados de la actividad de saneamiento» nos recuerdan que «los residuos radioactivos de la actividad de saneamiento requieren una gestión oportuna, segura y sostenible, en línea con los estándares de seguridad aplicables de la IAEA, nacionales y locales»[17].
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Y «por coherencia con los estándares de seguridad de la IAEA […] las elecciones tomadas en la evaluación de la seguridad del TSS (Lugar de almacenamiento temporal) deberían estar plenamente justificadas. Una mayor discusión podría ser útil para generar una correcta documentación del trabajo y su comunicación al público interesado»[18].
Sean cuales fueren los esfuerzos institucionales de colaboración que se anuncien públicamente, buscaremos explorar las principales temas de seguridad, factibilidad y responsabilidad pública en el proceso de administración de la crisis.
Seguridad y ciencia
La seguridad es fundamental en la gestión de la tecnología nuclear y de las centrales productivas. La cuestión del almacenamiento y la descarga «segura» de las escorias nucleares o radioactivas[19] ha sido ampliamente debatida en el contexto de las ciencias naturales y no ha sido resuelta aún. Refleja, de hecho, los contrastes entre los paradigmas científicos y los modos de vivir (modus vivendi) en el largo plazo.
En el caso de las aguas residuales de Fukushima, el punto más importante en la agenda es precisamente cómo resolver en un contexto seguro el problema de los residuos radioactivos. La opción adoptada por Japón de llevar a cabo la «descarga del agua tratada en el océano» plantea el dilema de si lograrán (y cómo) purificar el agua contaminada de los radionucleidos. De acuerdo a la TEPCO, durante la ejecución experimental de la ALPS para remover los materiales radioactivos de los residuos secundarios, la concentración de todas las principales sustancias radioactivas había descendido por debajo de los estándares normativos, aunque el proceso no estuvo en condiciones de eliminar completamente el tritio. En consecuencia, la empresa declaró que cuando el agua se descargue en el océano remoto, esta se diluirá en un contexto de «seguridad», porque seguiría las corrientes marinas – por ejemplo, la Kuroshio – que pasan por el lado oriental de Japón y van hacia el Océano Pacífico septentrional, en dirección hacia América del Norte. Al aceptar el informe de la TEPCO, el gobierno japonés insistió en el hecho de que los habitantes de Fukushima y los pescadores locales, así como los de los países vecinos, no tendrían de qué preocuparse.
El nivel reportado de H3 (tritio) de los tanques de Fukushima fue el siguiente: un máximo de 3.230.000 Bq/L, un mínimo de 154.000 Bq/L, un promedio de 567.000 Bq/L y un índice de descarga (nivel normativo) de 60.000 Bq/L[20]. De acuerdo a un informe científico coreano sobre los efectos del tritio en el cuerpo humano[21], los niveles aceptables y normativos de tritio en el «agua potable» actualmente establecidos son los siguientes: Australia (74.103 Bq/L); Finlandia (30.000 Bq/L); OMS (10.000 Bq/L); Suiza (10.000 Bq/L); Rusia (7.700 Bq/L); Ontario, Canadá (7.000); y Estados Unidos (740 Bq/L). Si se compara el índice de descarga (es decir, el estándar normativo) del tritio en el agua «tratada» de Fukushima (60.000 Bq/L), antes de su disolución oceánica, con los estándares del «agua potable» en otros países, puede surgir un debate: esa agua es más segura que la australiana, por ejemplo, pero otros países podrían plantear objeciones razonables.
Así, en el restringido ámbito del tratamiento nuclear y de las ciencias marinas, el método parece plausible y válido. Por un lado, hay que admitir humildemente, como un estado de las cosas, que «la seguridad nuclear no debería darse por descontada jamás. La comunidad de la seguridad tiene el deber ético de aprender de las lecciones de los accidentes pasados y dar soluciones a los desafíos que identifica»[22]. Las estimaciones científicas deberían basarse siempre en pruebas y estadísticas derivadas de los datos observados, y sin embargo podría no ser fácil estimar precisamente, analizar u predecir estadísticamente, como hemos hecho ahora, los cambios naturales en el futuro, que serán influidos principalmente por el cambio climático (derivados, a su vez, del efecto invernadero)[23].
Por otro lado, quedan por resolver algunas cuestiones prácticas. En primer lugar, los investigadores deberían analizar rigurosamente cuan dañinos son el tritio y otros materiales radioactivos una vez completado el proceso de tratamiento. En segundo lugar, muchos tipos de peces no se limitan a seguir las corrientes marinas, y por lo tanto podrían ser contaminados por las aguas residuales vertidas en el océano y luego ser capturados por los pescadores. En tercer lugar, ¿realmente la sociedad operativa será capaz de tratar esa cantidad astronómica de aguas residuales de manera oportuna y completa? La última pregunta concierne, en particular, a la factibilidad y la responsabilidad.
Factibilidad y costos
A la hora de pasar a la aplicación de la gestión de la crisis, la factibilidad incluye múltiples dimensiones, como la tecnología científica, los costos económicos, los sociales y la confianza. El equipo de trabajo de expertos japoneses examinó cinco métodos primarios de eliminación de las aguas residuales: 1) inyección en la geosfera (地層注入); 2) descarga en el mar (海洋放出); 3) liberación de vapor (水蒸気放出); 4) liberación de hidrógeno (水素放出); y 5) entierro subterráneo (地下埋設)[24]. Consideró, además, las hipótesis de los tanques de contención, el recubrimiento a través del hormigón y la eliminación del tritio.
De acuerdo al informe final del equipo de trabajo[25], suponiendo una descarga de 400.000 – 800.000 m2 de agua con una densidad de 4.200.000 Bq/L tratadas por ALPS, los tiempos de construcción y/o tratamiento, así como los costos económicos, varían según el método: 1) la inyección en la geosfera requiere 124 meses, más 912 meses de inspección (監視), y costaría 18.650 millones de yenes; 2) la descarga en el mar requiere 91 meses y 3.400 millones de yenes; 3) la liberación de vapor requiere 120 meses y 34.900 millones de yenes; 4) la liberación de hidrógeno requiere 106 meses y 100.000 millones de yenes; y 5) el entierro subterráneo requiere 98 meses, más 912 meses de inspección, con un costo de 243.100 millones de yenes.
En primer lugar, debería considerarse la factibilidad técnica, porque el proceso de descontaminación requerirá mucho tiempo (entre 30 y 40 años). En este sentido, de acuerdo al equipo de trabajo, el método de descarga en el océano es evidentemente factible y predecible sobre la base de datos empíricos. Por el contrario, para otros métodos, como la liberación de vapor o la liberación de hidrógeno, no existen todavía datos empíricos de apoyo y los costos son muy altos.
En segundo lugar, debe considerarse la viabilidad institucional y económica. La descarga de agua en el océano requiere de la sustitución de los filtros que eliminan los materiales radioactivos, lo que es muy costo, sobre todo si se realiza con frecuencia. ¿Quién puede permitirse pagar estas sumas ingentes de dinero y continuar haciéndolo en el tiempo?
En tercer lugar, la factibilidad práctica y la realización real podrían ser puestas en riesgo si las protestas y las acciones legales (nacionales o extranjeras) contra el gobierno se volvieran cada vez más fuertes. Aunque estos factores sean marginales respecto a la cuestión de la descontaminación radioactiva, podrían impedir que la TEPCO hiciera funcionar el sistema como estaba previsto.
Responsabilidad
La responsabilidad desempeña el rol público más importante durante una crisis o cuando enfrentamos el desafío de manejar un problema grave. Es crucial, sobre todo, cuando los problemas institucionales generan graves repercusiones y cuando el gobierno debe asumir la responsabilidad de los graves problemas de seguridad surgidos en la arena pública.
Volvamos al problema de cómo descargar el agua nuclear contaminada de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi. El principal problema surgido como consecuencia del nuevo método adoptado por Japón es la falta de «confianza pública», que deriva de la falta de responsabilidad institucional y pública mostrada por la TEPCO y el gobierno japonés[26].
En primer lugar, los expertos del equipo de trabajo habían sugerido de manera unánime que, antes de tomar la decisión final (10 de febrero de 2020), el gobierno debía informar al público, comprometiéndose a explicar y a discutir el método de descarga, no solo con los ciudadanos japoneses, sino también con los gobiernos de los países vecinos. Sin embargo, este consejo no fue escuchado.
En segundo lugar, aunque el gobierno había acordado con la Asociación Nacional de Pescadores de Japón discutir en conjunto las estrategias de descarga de las aguas antes de llegar a la solución final, finalmente decidió unilateralmente.
Además, la TEPCO perdió su credibilidad institucional y pública principalmente porque faltó a su propia responsabilidad. De hecho, no admitió su fracaso sino hasta que su culpabilidad fue descubierta públicamente. Tetsuro Tsutsui (筒井哲郎), ciudadano japonés y miembro de la Comisión Cívica de Energía Nuclear (CCNE), declaró: «la TEPCO mintió sobre el hecho de que habría podido depurar el agua de todos los materiales radioactivos salvo el tritio. Cuando la mentira fue descubierta, dijo: “De ahora en adelante lo haremos. Creemos que ni siquiera el tritio debería ser descargado en el océano…”. Si no se hubiera descubierto que se vertían otros materiales nucleares, se habría continuado rutinariamente a descargarlos en el mar. A fin de cuentas, la TEPCO ha mostrado una lógica incoherente»[27].
El 24 de abril de 2020, la CCNE sugirió que Japón debería revisar su decisión y elaborar una hoja de ruta de largo plazo: en efecto, «para eliminar el agua contaminada debería considerarse el uso de las tecnologías existentes, como: 1) el almacenamiento a largo plazo en una cisterna grande y robusta; 2) la solidificación de la argamasa y la eliminación parcial en el subsuelo, en lugar de liberarla en el ambiente; y 3) como método fundamental para tratar el agua contaminada, es necesario eliminar la fuente mediante el enfriamiento por aire de la escoria»[28].
Dado que quedan todavía muchas áreas inciertas, algunas preguntas prácticas sobre cuestiones de responsabilidad pública se imponen: 1) ¿Está la TEPCO realmente en condiciones de reemplazar los filtros, operación más bien costosa, con la regularidad requerida?; 2) ¿Puede descargarse agua no suficientemente filtrada o tratada en el océano?; 3) ¿Está la IAEA y el comité de inspección independiente en condiciones de controlar y examinar de manera continua el proceso completo?; 4) ¿Cómo debería formarse este comité de inspección independiente?; y 5) ¿Debe incluir este comité expertos de los países vecinos?
En síntesis, la administración de la crisis no solo requiere «tecnología científica», sino también «construcción social y funcionamiento de la tecnología». Científicos y técnicos tienden a justificar el determinismo tecnológico en la esfera pública, a menudo apoyados por altos funcionarios de gobierno[29]. Sin embargo, la ciencia nuclear no puede resolver por sí sola los problemas prácticos sin la construcción social de confianza, responsabilidad y fiabilidad. Laudato si’ nos invita claramente a mirar el mundo desde una perspectiva más amplia, es decir, desde la mirada amorosa de Dios misericordioso a la casa común, para toda la humanidad y para todas las criaturas.
Otros elementos del cuadro general
Al enfrentar todas estas cuestiones complejas, no deberíamos dejarnos llevar por ideologías o políticas populistas. Por un lado, pareciera que hubo un áspero desencuentro entre la tecnocracia nuclear y las fuerzas antinucleares. En otras palabras, un conflicto entre ideologías, creencias y confianza o desconfianza en la ciencia. Como línea de acción frente a problemas de este tipo, la posición científica insiste en las técnicas científicas: predicciones empíricas, recopilación de datos, estadísticas. Mientras que, por ejemplo, los científicos nucleares apuntan a mejorar la energía y las técnicas nucleares como solución definitiva a los problemas energéticos del mundo, las fuerzas antinucleares, por el contrario, destacan el peligro constante y plausible de explosiones y de contaminaciones radioactivas, e insisten, por lo tanto, en favorecer la disminución de las centrales nucleares.
Por otra parte, una aproximación populista trastorna siempre la opinión pública, porque reduce problemas complicados a elecciones en blanco y negro, condicionadas por el hecho de que los políticos están atentos a obtener más votos en las próximas elecciones. Al mismo tiempo, en Corea y China los problemas de Fukushima podrían provocar sentimientos negativos hacia el país del Sol naciente, teniendo en cuenta, además, su doloroso pasado de dominación.
Examinemos la realidad desnuda del agua contaminada en Fukushima. Aumenta en 180 toneladas al día, y hasta ahora se han acumulado casi 1,26 millones de toneladas. Tenemos que tomar en cuenta distintos escenarios posibles:
Escenario 1. ¿Qué sucedería si un huracán o un tsunami golpeara nuevamente el área de Fukushima Dai-ichi, provocando la ruptura de las cisternas y el consecuente derrame de las aguas contaminadas en el mar? Este podría terminar siendo el peor desastre natural de la historia de la central. En este caso, no sería fácil separar la responsabilidad de la sociedad que administra la planta de los efectos de la calamidad natural. El hecho es que, si esto ocurriera, las consecuencias serían gravísimas.
Escenario 2. ¿Qué sucedería si la sociedad no realizara correctamente la sustitución de los filtros con la ALPS y no se cumplieran los estándares cuantitativos requeridos de sustancias radioactivas para que el agua tratada pueda verterse en el mar? Esto representaría el fracaso de la responsabilidad pública a causa de errores humanos cometidos durante los procesos decisionales y operativos. Pero la población no aceptaría ninguna alteración u ocultación respecto a las medidas establecidas.
Para el tratamiento del agua contaminada y de los residuos nucleares en la central nuclear de Fukushima Dai-ichi, deberían identificarse métodos racionales, responsables y confiables, que contrasten con estos dos escenarios.
Consciencia histórica y aprendizaje del pasado
Para garantizar la credibilidad pública, la transparencia y la fiabilidad en el problema de la descarga del agua tratada de Fukushima en el océano, es necesario que quienes sean responsables adopten una perspectiva integral y universal, orientada a promover la paz y la justicia en Japón, en el continente asiático y en el resto del mundo.
En primer lugar, para que en las relaciones internas y externas haya paz y justicia, es necesario tener consciencia histórica. Siendo una de las naciones más poderosas, Japón debería favorecer una nueva era de respeto y cuidado mutuo entre los países vecinos, para la coexistencia armoniosa de toda la humanidad. Es necesario evitar cualquier programa particularista o nacionalista realizado en detrimento de los países vecinos, pues sus costos sociales y diplomáticos pueden sobrepasar las medidas técnicas elegidas para el proceso de descarga de las aguas residuales. Para que en los procedimientos que se adopten para las aguas residuales nucleares de Fukushima pueda establecerse la justicia social y la paz mundial, requerimos urgentemente de «amistad social» y «caridad política», tal como subrayan las encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti.
Todo ser humano puede abrirse a mejorar su posibilidades futuras cuando admite sus propios fracasos y los errores del pasado. En particular, ha habido tensiones y conflictos en Asia oriental desde los tiempos del colonialismo. El papa Francisco, para el bien de toda la humanidad, exhorta a cambiar el mecanismo social que se adopta actualmente y a instaurar un paradigma distinto[30].
En los años noventa, Japón criticó duramente a Rusia, que se disponía a verter aguas contaminadas en el océano, en territorio japonés. En ese momento, Rusia tenía la intención de descargar solo 900 toneladas de agua; Japón, en cambio, hoy, proyecta verter 1,25 millones de toneladas en el mar (una cantidad 1.380 veces superior a la rusa). Aunque Japón haya adoptado la OLPS, puede esto, por sí solo, garantizar la transparencia y la responsabilidad en el proceso de tratamiento?
En tanto jesuita y sociólogo coreano, tengo una gran estima por la artesanía del pueblo japonés (匠人 精神), magníficamente transmitida de generación en generación. Más allá de los trabajos concretos en los que se empeñan sus familias, los espíritus y los corazones de los japoneses laten en las artes, en la comida y en las obras. Estoy convencido de que ha sido este compromiso total e indiviso lo que permitió a los académicos japoneses conquistar premios Nobel en varios campos de la ciencia. Estos espíritus encarnados brillan también en el humanitarismo concienzudo y universal del doctor Takashi Nagai, un líder laico católico considerado apóstol de la paz después del bombardeo nuclear de Nagasaki.
Vivimos hoy bajo las oscuras nubes de la «nueva normalidad» impuesta por el Covid-19. No obstante, estamos llamados a emprender caminos más respetuosos, responsables y confiables, orientados a la paz y la justicia en el mundo.
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Cfr «Japan: UN experts “deeply disappointed” by decision to discharge Fukushima water», en UN News (news.un.org/en/story/2021/04/1089852), 15 de abril de 2021. ↑
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Cfr D. Normile, «Japan plans to release Fukushima’s wastewater into the ocean», en Science, (https://tinyurl.com/sfhmtam8), 13 de abril de 2021. ↑
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El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Zhao Lijian, declaró: «El océano no es basurero de Japón». Cfr A. Taylor, «China to Japanese official: If treated radioactive water from Fukushima is safe, “please drink it”», en The Washington Post, 14 de abril de 2021. ↑
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«Fukushima: Japan approves releasing wastewater into ocean», en BBC News (www.bbc.com/news/world-asia-56728068), 13 de abril de 2021. ↑
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Cfr las noticias relativas a «Fukushima disaster» en World Information Service on Energy (wiseinternational.org/home). ↑
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«Fukushima: Japan approves releasing wastewater into ocean», cit. ↑
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M. Fackler, «Japan Power Company Admits Failings on Plant Precaution», en The New York Times, 12 de octubre de 2012. ↑
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M. Fackler – H. Tabuchi, «With a Plant’s Tainted Water Still Flowing, No End to Environmental Fears», en The New York Times, 24 de octubre de 2013. ↑
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La definición de «agua contaminada» esconde sutiles diferencias. Japón y la TEPCO distinguen las «aguas tratadas con el sistema ALPS» de las «aguas contaminadas» (por ejemplo, el agua subterránea o el agua de las lluvias almacenada en los reactores), manifestando que las primeras son seguras; sin embargo, otros países utilizan términos como «aguas residuales nucleares» para advertir a la población de los potenciales peligros derivados de los materiales radioactivos. ↑
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«Aunque Japón ha afirmado que los niveles de tritio son muy bajos y no suponen una amenaza para la salud humana, los científicos advierten que en el agua el isótopo se une orgánicamente a otras moléculas, por lo que asciende por la cadena alimentaria afectando a plantas, peces y seres humanos. También afirman que los riesgos radiactivos asociados al tritio se han subestimado y podrían suponer un peligro para los seres humanos y el medio ambiente durante más de 100 años. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, nombra relatores especiales y expertos independientes para que analicen e informen sobre cuestiones específicas de derechos humanos o la situación de un país. Los nombramientos son honoríficos y los expertos no cobran por su trabajo» («Japan: UN experts “deeply disappointed” by decision to discharge Fukushima water», cit.) ↑
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D. Normile, «Japan plans to release Fukushima’s wastewater into the ocean», cit. ↑
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Cfr https://tinyurl.com/5732c7sz (en japonés). ↑
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Cfr Koyama Lyota (小山良太, Fukushima University), «La condición indispensable que se había planteado, de proceder en acuerdo con los países vecinos, no fue observada por el gobierno japonés» en DongA Daily News (www.donga.com/news/Inter/article/ all/202104115/106414277/1/;en japonés), 15 de abril de 2021. ↑
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«IAEA Ready to Support Japan on Fukushima Water Disposal, Director General Grossi Says», 13 de abril de 2021: cfr https//tinyurl.com/yz7cxuat ↑
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Ibid. Cursivas nuestras. ↑
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J. Liou, «Solidarity in Safety. Cooperation enhances nuclear safety worldwide», marzo 2021 (www.iaea.org/a-decade-of-progress-after-fukushima-daiichi/ solidarity-in-safety). ↑
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Mid Term Summary Report (2013-2020), Executive Summary: Cooperation between the International Atomic Energy Agency and Fukushima Prefecture – Radiation Monitoring and Remediation, Vienna/Fukushima, diciembre 2020, 9: cfr https://tinyurl.com/ nfrw9nd6 ↑
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Ibid, 11. ↑
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Los residuos radiactivos se clasifican en residuos de baja actividad (LLW), residuos de media actividad (ILW) y residuos de alta actividad (HLW). Cuanto más alto sea el nivel, mayor será la radioactividad y más larga la vida media de los elementos radiactivos que contiene. Los residuos HLW son altamente radiactivos y generan calor de desintegración, por lo que requieren refrigeración y blindaje. ↑
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Kyong-Tae Jung, «Issue Report on the Effects of Marine Radiation from Fukushima to Korean and Neighboring Seas», en Korea Institute of Marine Science and Technology Promotion, junio 2020, 5 (정경태, 『후쿠시마 해양 방사능의 우리나라 주변해 영향 관련 주요 이슈 및 향후 과제』 (해양수산과학기술진흥원, 2020, 6). ↑
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Kyo-Yoon Kim – Woo-yun Park, Scientific report on the effects of tritium on the human body, Korean Academy of Nuclear and Radioactive Sciences, julio 2016, 50. (김교윤, 박우윤, 『삼중수소의 _인체 _영향 _에 _관한 _과학적 _분석 _』 _/대한방사선학회, luglio 2016). ↑
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A. Gonzáles, Senior Adviser de la institución reguladora nuclear argentina y representante del UNSCEAR. Cfr J. Liou, «Solidarity in Safety. Cooperation enhances nuclear safety worldwide», cit. ↑
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Las simulaciones científicas pueden predecir resultados basados en la probabilidad estadística; sin embargo, no pueden tener en cuenta todas las variables relevantes, especialmente en el mundo real. Por otra parte, el físico Stephen Hawking, ateo pero científico concienzudo, advirtió antes de su muerte sobre la posibilidad de un futuro aterrador controlado por la inteligencia artificial u otras tecnologías. ↑
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A. Jasi, «TEPCO proposes methods to dispose of treated water stored at Fukushima», en The Chemical Engineer (https://tinyurl.com/2485f89f), 6 de abril de 2020. ↑
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報告書, 10 febbraio 2020, 7 (www.meti.go.jp/earthquake/nuclear/osensuitaisaku.html/; en japonés). ↑
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T. Suzuki, «Why Japan’s plan for Fukushima wastewater lacks public trust», en Bulletin of the Atomic Scientists, 13 de mayo de 2021. ↑
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Cfr la página de inicio del sitio japonés (www.ccnejapan.com/?p=11167). Entrevista televisiva coreana: youtu.be/bTuqAjISu4Y ↑
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Cfr www.ccnejapan.com/?p=11167/ (en japonés). ↑
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Cfr Y. Funabashi, Meltdown: Inside the Fukushima Nuclear Crisis, Washington, Brookings Institution Press, 2021; S. Takahashi (ed.), Radiation Monitoring and Dose Estimation of the Fukushima Nuclear Accident, Cham, Springer Nature Switzerland, 2014. ↑
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«La mejor manera de dominar y de avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación» (FT 15). ↑