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Ucrania, un año después: el trabajo de la red de jesuitas con los refugiados

Acogida de refugiados ucranianos en Rumania (foto: Sergi Camara/Entreculturas/JRS)

Desde el 24 de febrero de 2022 hasta la fecha, más de 56.000 refugiados provenientes de Ucrania han recibido ayuda a través de las redes de asistencia jesuita, tanto en Europa como en el resto del mundo.

Es el resultado del programa One Proposal, dado a conocer el jueves 23 de febrero de 2023. Se trata de una serie de intervenciones – coordinadas por el Servicio Jesuita para Refugiados (JRS) Europa y la Red Xavier, en colaboración con las oficinas nacionales del JRS, ONG y socios locales – puestas en marcha desde el inicio del conflicto armado desatado por Rusia: más de 82.000 actividades de asistencia a corto y mediano plazo en áreas como la ayuda de emergencia, el alojamiento, el apoyo psicosocial, la educación y la integración.

 

«Desde el inicio del conflicto – afirma el P. Alberto Ares Mateos S.J., Director Regional del JRS Europa – hemos intervenido en Ucrania, pero también en Polonia, Rumanía, Hungría, Moldavia y Eslovaquia. También hemos ampliado las oficinas del JRS en Europa, donde ahora ofrecemos programas a largo plazo para la promoción e integración de los refugiados en países como España, Irlanda y Croacia, entre otros».

El programa abarca una amplia gama de servicios ofrecidos a más de 73.000 personas a lo largo de tres años, con cuatro objetivos estratégicos: en primer lugar, la acogida, luego, la protección, la integración y la defensa de los refugiados. Los beneficiarios del programa serán los desplazados internos, los refugiados de nacionalidad ucraniana y los refugiados de otras nacionalidades desplazados por el conflicto.

El rostro de la esperanza: las historias de los refugiados

Detrás de las estadísticas hay personas con sus historias: historias casi exclusivamente de mujeres y sus hijos, como se puede imaginar. Yevheniia (nombre ficticio) espera volver a su ciudad natal, Odesa. Cuando estalló la guerra, huyó con su madre a la vecina Moldavia: un viaje de 27 horas para recorrer 70 kms en el mismo coche con otra familia.

Antes de la guerra, Tetiana trabajaba como dentista en Járkov, una ciudad del noreste de Ucrania situada a menos de 50 km de la frontera rusa. En los primeros días de la invasión se refugió con su hija en un sótano, y luego tuvo que huir primero a Lviv (Leópolis) y después a Nowy Sącz (Polonia), donde Tetiana vive ahora con su hermana y sus hijos, que también se vieron obligados a huir de Járkov. Pronto Tetiana podrá trabajar como dentista y piensa quedarse en Polonia.

Ira quiere ser médico desde que tiene uso de razón. Este año iba a matricularse en medicina en Kiev, pero tras el estallido de la guerra todo cambió. Después de una peligrosa huida por etapas, Ira y el resto de su familia llegaron a Gdynia (Polonia), donde vive la hermana de su madre, que encontró una familia que les dio un lugar donde quedarse. El padre de Ira se quedó en Ucrania.

También está Veronika, que dejó Ucrania el día que empezó la guerra, el 24 de febrero de 2022, y se fue a Trnava, en Eslovaquia, porque su marido llevaba trabajando allí unos cuatro años. El viaje duró 45 horas. Al cabo de dos semanas, fue al Centro de Ayuda Familiar gestionado por los jesuitas a pedir ropa para los niños. Y desde ese día quiso hacerse voluntaria en el Centro, para ayudar a sus compatriotas y a todos los refugiados de Trnava.

La situación un año después del comienzo de la guerra

El 24 de febrero de 2022, cuando comenzó la llamada «operación militar especial», con el objetivo declarado de «desmilitarizar y desnazificar» Ucrania, Putin esperaba conquistar el país en 10 días y ser recibido como un libertador. En lugar de ello, los ucranianos opusieron una resistencia heroica a los ejércitos rusos, incluso en regiones donde los rusoparlantes eran mayoría. Un año después de una guerra en la que se han desplegado más de 400.000 soldados en los dos frentes y que ya ha causado unos 100.000 muertos y heridos en cada bando, la situación parece dramáticamente estancada.

La intención de los países occidentales de apoyar a Ucrania en la guerra contra Rusia se basa en la convicción de que ceder hoy ante el Kremlin, como ocurrió en 2014 cuando Putin atacó Ucrania por primera vez, solo prepararía el terreno para un próximo conflicto que podría afectar también a otras naciones. Sin embargo, todos los aliados occidentales están firmemente decididos a no extender el conflicto a la OTAN, pues esto podría llevar a Rusia al umbral de una guerra nuclear.

El riesgo de una nueva escalada es real y el frente de negociación parece congelado. Las propuestas más autorizadas que han surgido hasta ahora ven a Crimea como la verdadera «moneda de cambio», pero las posiciones entre ambas partes son sencillamente irreconciliables. Y para todos los principales líderes implicados existe también la presión interna de elecciones inminentes, que podrían definir el futuro del orden mundial.

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