La Organización Meteorológica Mundial publicó, el 10 de enero de 2025, las cifras oficiales de temperatura correspondientes al año 2024. Estas patentizan que el año pasado fue el año más cálido registrado al superar en cerca de 1,55 °C los niveles preindustriales[1]. El 2024, además, puso fin a una década de un calor sin precedentes, alimentado por las actividades humanas, que ha provocado un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos que han demostrado lo peligrosa que es la vida con el nivel actual de las temperaturas. Las inundaciones en Valencia (España), en la Emilia Romaña (Italia), en el Sahara, las tormentas devastadoras en Florida (en Estados Unidos), los tifones en Filipinas y la sequía en la Amazonia son sólo seis de los desastres del año pasado que, en opinión mayoritaria pero no unánime de los estudiosos, se vieron agravados por el cambio climático, un fenómeno no universalmente reconocido.
El secretario general de la ONU, António Guterres, que dista mucho del negacionismo, y que había ya afirmado que el 2024 venía siendo una clase magistral de destrucción humana[2], en su reacción a estos datos subrayó que aunque probablemente en el futuro algunos años superarán el límite de 1,5 grados fijado hace casi diez años por la comunidad internacional en el Acuerdo de París, esto no significa que no se alcance el objetivo a largo plazo, sino que debemos luchar aún más para volver a encaminarnos adecuadamente. Las altas temperaturas de 2024 exigirán una acción climática pionera en 2025[3].
La crisis climática tiene claras implicaciones económicas. Provoca ya reducciones sensibles en el PIB de economías en desarrollo. Abordar las emisiones de gases de efecto invernadero es la única manera de salvar la economía mundial, tanto a corto como a largo plazo[4].
Dado que los niveles de gases de efecto invernadero siguen alcanzando nuevos máximos[5], nos espera más calor en el futuro. ¿Cada año del resto de nuestras vidas será el más caluroso? ¿Acabará siendo el 2024 uno de los años más fríos de este siglo que ya no podremos disfrutar más?[6] ¿Nos encaminamos hacia un mundo cada vez más inhóspito o podemos revertir este destino? En lo que sigue queremos referir el diagnóstico de los climatólogos, el de los economistas, y la reacción de la comunidad política internacional. Concluimos con una reflexión desde la Doctrina social de la Iglesia.
¿Hay un veredicto científico sobre la crisis climática?
La frecuencia e intensidad con la que se vienen dando las catástrofes naturales hace apropiado considerar que estamos atravesando una situación de emergencia climática. Esto lleva a hacerse la pregunta de cómo hemos llegado a este punto. A partir de la Revolución Industrial, hace 250 años, una prodigiosa exhalación de contaminación se viene dando y se han añadido 2,4 trillones de toneladas de dióxido de carbono a nuestra atmósfera. Huelga recordar que es precisamente el dióxido de carbono el que actúa para mantener nuestro planeta caliente aislándonos del insoportable frío del espacio. El problema es que si se acumula demasiado, esto conduce a que se dé un aumento de la temperatura global.
Lo que es realmente triste es que no podemos alegar ignorancia ya que veníamos siendo advertidos[7]. Ya en 1856, Eunice Foote, publicó su estudio sobre la asombrosa capacidad del dióxido de carbono de absorber el calor, concluyendo que si el aire se mezclara con una proporción mayor de él resultaría un aumento de la temperatura. Esta fue la primera predicción del calentamiento global.
A finales del siglo XIX , Svante Arrhenius dio a conocer su previsión de que cada vez que se dobla el nivel de dióxido carbónico la temperatura sube 4 grados Celsius. Introdujo esta relación esencial: la sensibilidad climática. En 1956, Roger Revelle testificó ante el Congreso de los Estados Unidos, acuñando el termino calentamiento global, que las crecientes emisiones de carbono provocarían un aumento en los niveles del mar y desertificación.
En los años 70 y 80 se fue erigiendo una comunidad científica del clima. En 1988, el científico James Hansen hizo una presentación ante la Comisión de Energía y Recursos Naturales del Senado estadounidense concluyente: advirtió que el calentamiento global era ya un hecho y que sin duda se debía al aumento de los emisiones de los gases con efecto invernadero. Fue un momento fundamental: Hansen, quien trabajaba entonces en la NASA, llevó la cuestión a la esfera pública.
La contribución de la ONU
Inmediatamente se produjo una reacción al más alto nivel posible, el de la Naciones Unidas. Ese mismo año, la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente establecieron el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para proporcionar a los responsables de las políticas evaluaciones científicas periódicas sobre el cambio climático, sus implicaciones y posibles riesgos futuros, así como para proponer opciones de adaptación y mitigación. Posteriormente ratificado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el IPCC es el organismo de las Naciones Unidas encargado de evaluar la ciencia relacionada con el cambio climático. Desde el inicio de su labor en 1988, el IPCC ha preparado informes de evaluación que contribuyen al trabajo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el principal tratado internacional sobre el cambio climático. Estos suscitan una reverencia casi bíblica. De hecho, el IPCC y el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Albert Arnold «Al» Gore Jr., recibieron el premio Nobel de la Paz en 2007 por su labor en materia de cambio climático.
Su primer informe de evaluación fue publicado en 1990. Sus autores pronosticaron un aumento significativo de la temperatura global y del nivel del mar si el mundo seguía como hasta ahora. El tono de los siguientes se ha ido haciendo más serio pidiendo una reacción con más urgencia. El último, el sexto de 2021, se considera su advertencia más contundente hasta ahora sobre cambios climáticos importantes, inevitables e irreversibles[8].
Sin embargo, los dictámenes del árbitro de la ciencia climática siguen sin ser tomados en consideración. En el intervalo de más de 30 años desde su primer informe al último, las emisiones totales de gases de efecto invernadero han aumentado un 43%. Han pasado de casi 35 a más de 50 billones de toneladas. La Quinta Evaluación del IPPC fue publicado en 2014, con la intención de aportar los datos de la situación climática a las negociaciones de la COP21, y fue una contribución científica decisiva para lograr el Acuerdo de París. En este, 146 países se obligaron a enviar planes de acción para reducir las emisiones a fin de que la temperatura no superase en más de 1,5 grados los niveles previos a la Revolución Industrial.
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Si los líderes globales hubieran reaccionando a lo que se viene indicando desde el primer informe del IPPC, estaríamos en un mundo que se habría deshecho de los combustibles fósiles, un mundo con energías renovables, controlando y eliminando las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero esto no se ha dado. No se ha reaccionado resolutivamente para hacer frente a lo que ahora es, sin duda, una situación de emergencia. Como advierte el profesor Joeri Rogelj, del Imperial College de Londres, cada fracción de grado (1,4 °C; 1,5 °C; 1,6 °C) provoca más daño a las personas y a los ecosistemas, y esto subraya la necesidad constante de realizar recortes ambiciosos de las emisiones[9]. Un niño nacido en 2020 experimentará siete veces más olas de calor, dos veces más sequías y tres veces más inundaciones y malas cosechas que uno nacido en 1960[10]. ¿Es necesario recordar que la ciencia salva vidas?
¿Es inapelable este veredicto?
Una pregunta se hace crucial: ¿se puede sostener que el cambio climático contribuye decisivamente en la intensidad de las calamidades que se cobran vidas y destruyen hogares en todo el mundo? Dicho de otro modo: ¿En qué medida estas se deben al calentamiento global y en qué medida son el resultado de fenómenos meteorológicos extremos que siempre se han dado?
Las técnicas científicas que se emplean para desentrañar esa cuestión, en el marco de lo que se conoce como «ciencias de la atribución climática», están ya bien establecidas. De hecho, un informe de World Weather Attribution[11] encontró que el cambio climático intensificó 26 de los 29 eventos climáticos extremos que consideró en 2024, que mataron al menos a 3.700 personas y desplazaron a millones[12]. En la misma dirección apuntan los 744 estudios de atribución recopilados por la iniciativa del sitio web Carbon brief[13]: tres cuartas partes de los análisis de fenómenos meteorológicos extremos concluyeron que el calentamiento global los hacía más graves o más probables de ocurrir[14]. Valga un testimonio reciente. Reaccionando ante los desastres producidos por los huracanes Milton y Helen, en Florida, a finales de 2024 , Deane Criswell, directora de la Federal Emergency Management Agency, declaró a la CBS que en el pasado, los daños causados por los huracanes eran principalmente causados por el viento, pero ahora estamos viendo muchos más daños causados por el agua y eso es resultado del calentamiento de las aguas del Golfo, que es consecuencia del cambio climático[15].
Los resultados muestran que la quema de combustibles fósiles ha cambiado el clima de manera tan drástica que las olas de calor están azotando a las comunidades con una gravedad y una frecuencia nunca vistas durante todo el desarrollo de la civilización humana en los últimos 5.000 años. Es un mundo nuevo, un mundo que se vuelve cada día más peligroso.
La ciencia del clima es a menudo ignorada e incluso negada
No pocos ciudadanos sienten que los científicos del clima no deberían pintar un panorama tan desolador, que se hacen así desagradables agoreros. Estos sufren la indiferencia de quienes, por no verse directamente afectados por una catástrofe, no se sienten vinculados a sus dictámenes. Se da, además, el rechazo de quienes ponen en tela de juicio su competencia.
Según una nueva encuesta del Pew Research Center, solo un tercio de los estadounidenses cree que los científicos del clima son capaces de probar irrefutablemente que el cambio climático está ya ocurriendo y cuáles son y serán sus efectos[16]. Lisa J. Graumlich, paleoclimatóloga y actual presidenta de la American Geophysical Union afirmó que es preocupante el resultado de estos sondeos[17]. El negacionismo cuenta con adeptos en la clase política[18].
Donald Trump, en su anterior mandato, retiró a su país del Acuerdo de París. Ahora , el mismo día de su segunda toma de posesión, el 20 de enero pasado, firmó una orden que tiene como objetivo liberar a los Estados Unidos de la «carga indebida e injusta que significa el Acuerdo Climático de París»[19]. Huelga recordar que Estados Unidos es el segundo emisor mundial de contaminación que calienta el planeta.
Los economistas ante el cambio climático
En la década de 1990, los economistas Martin Weitzman y William Nordhaus comenzaron a considerar los posibles efectos económicos del cambio climático. Según sus cálculos, cada aumento de un grado Celsius en la temperatura mundial reduciría el producto interno bruto (PIB) mundial entre un 1% y 3%. Nordhaus, a partir de la afirmación atribuida a Einstein de que Dios no juega a los dado con el universo, escribió en 1993: «La humanidad está jugando a los dados con el medio ambiente natural a través de una multitud de intervenciones: inyectando en la atmósfera gases como los gases de efecto invernadero o productos químicos que agotan la capa de ozono, diseñando cambios masivos en el uso de la tierra como la deforestación, agotando multitud de especies en sus hábitats naturales y acumulando suficientes armas nucleares para destruirse»[20].
Nordhaus, considerado padre de la economía del cambio climático, ha intentado constantemente de persuadir a los gobiernos para que aborden este hecho trascendental, y de que lo hagan preferiblemente imponiendo un impuesto a las emisiones de carbono. En 2015, Nordhaus publicó un artículo en el que se manifestaba en favor de la constitución de un «club climático»[21]. Su propuesta ha sido ampliamente debatida dentro y fuera de la economía. Él conceptualiza esto como una coalición de países dispuestos a adoptar políticas de mitigación climática más estrictas. El club climático introduce un precio del carbono entre los estados miembros del club y cobra una tarifa sobre todas las importaciones de bienes de países que están fuera del club y no han introducido un precio del carbono similar. Se ha argumentado que el mecanismo de ajuste fronterizo del carbono de la Unión Europea podría convertirse en un club climático.
Cuando recibió el premio Nobel de Economía en el 2008, se ponderó que su cuidadoso trabajo había convencido desde hace mucho tiempo a la mayoría de los miembros de su propia profesión[22]. Sin embargo, algunos científicos y comentaristas del clima se mostraron decepcionados debido a su argumentación a favor de impuestos bajos al carbono[23]. Aunque Nordhaus ha reconocido siempre que el calentamiento global es una amenaza y ha abogado por imponer un impuesto al carbono, tal idea es buena solo si el precio fijado es el adecuado, es decir, si el impuesto al carbono es tal que alienta a las personas e industrias a reducir las emisiones sin necesidad de una burocracia engorrosa.
Sorprende la disparidad entre las estimaciones de los científicos del clima y la de los economistas. Los climatólogos vienen advirtiendo de consecuencias calamitosas si las temperaturas globales continúan aumentando (prevén que el cambio climático afectará profundamente nuestras vidas y medios de subsistencia). Pero los macroeconomistas comparten una historia menos alarmante que predice modestas reducciones en la productividad y en la producción a medida que el mundo se calienta.
Cuantificar lo más correctamente los daños económicos del cambio climático es fundamental. Si los daños climáticos son bajos, el análisis estándar de costo-beneficio concluirá que no vale la pena implementar políticas de descarbonización costosas. Sin embargo, si los daños climáticos son altos, dicho análisis recomendará mayores esfuerzos para reducir el carbono[24].
De hecho, Nordhaus ha revisado y actualizado sus pronósticos. Su trabajo más reciente implica un impuesto óptimo al carbono de 31 dólares por tonelada, tres veces su estimación de 1992[25]. Admite que, incluso con un impuesto de 31 dólares por tonelada de carbono, el planeta se encaminaría a un calentamiento de 3 grados centígrados, pero no parece reconocer que un aumento de ese calibre dejaría irreconocible a gran parte del mundo y lo haría vulnerable a una hambruna masiva.
Recientemente, sorprendidos por esta desconexión, Adrien Bilal y Diego Kanzig han repensado el enfoque tradicional del estudio sobre las proyecciones del cambio climático, llegando a una estimación más preocupante que las predicciones anteriores: sostienen que los daños económicos del cambio climático sarán seis veces peores de lo que se había estimado previamente. Concluyen que cada aumento adicional de 1 °C significa un impacto del 12% en el PIB mundial[26].
Toda una corriente de economistas ve en el mercado la solución. Por eso, completan el tasar el carbono con la posibilidad de negociar con las cuotas de emisión asignadas, los créditos de carbono (¿no se dilata así la solución?). Sobre todo, recalcan que dado que la energía limpia es ahora más barata que la energía fósil en casi todas partes, no hay razón para sucumbir al catastrofismo. Por ello, se llega a considerar que si el proceso original de la COP fue necesario para poner en marcha la revolución de las tecnologías limpias, el trabajo estaría hecho y habría sido un éxito. La descarbonización es irreversible. China alcanzará los 1.200 gigavatios (GW) de energía eólica y solar en diciembre de este año. Si continúa al mismo ritmo vertiginoso, triplicará su capacidad para 2030, más que suficiente para abastecer a toda su economía. La UE produjo más electricidad a partir de energía solar que de carbón en 2024[27].
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La contaminación favorece el cambio climático
La contaminación es una de las variables más importantes de la sostenibilidad medioambiental, ya que tiene consecuencias negativas en todos los ámbitos. Contribuye al cambio climático, altera los ecosistemas, amenaza la biodiversidad, empeora la calidad de los recursos alimentarios y afecta la salud de las personas. La Organización Mundial de la Salud estima que en 2019 la contaminación del aire ambiente provocó en todo el mundo 4,2 millones de muertes prematuras[28]. La carga económica de la contaminación asociada con la mortalidad prematura también es significativa, oscilando entre el 5 y el 14% del PIB de los países según el Banco Mundial[29].
La contaminación frena el crecimiento económico, exacerba la pobreza y la desigualdad tanto en las zonas urbanas como rurales y contribuye significativamente al cambio climático. Los pobres, que no pueden permitirse protegerse de los efectos negativos de la contaminación, son los que terminan sufriendo más. Carecen de sistemas de saneamiento y de agua potable. Superar estos niveles de contaminación ha sido uno de los mejores resultados del desarrollo económico[30].
Hay una responsabilidad diferenciada en el cambio climático
Sumando el coste de las catástrofes ambientales y los efectos inaceptables sobre la salud y el capital humano y las pérdidas de PIB asociadas a la contaminación no queda sino reconocer que afrontamos costos devastadores, pero las responsabilidades no son equivalentes. Es innegable que recae en los países industrializados, origen de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero pasadas y presentes, una responsabilidad decisiva en la tarea de reducir las emisiones. Por ello, estas naciones acordaron, en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la prestación de apoyo financiero para la adopción de medidas sobre el cambio climático en los países en desarrollo[31]. En la tercera conferencia de las partes (naciones) signatarias de esta convención, la COP 3, el llamado «Protocolo de Kyoto» (2005), se impuso una carga más pesada a los países desarrollados en virtud del principio de responsabilidad común pero diferenciada y teniendo en cuenta las darse diversas capacidades[32].
La cumbre en Bakú, la COP 29
En Azerbaiyán, el gas fluye de la tierra y se ha quemado de forma natural durante tanto tiempo que el símbolo del país es una llama. Este país es apodado como la Tierra del Fuego. En su capital, Bakú, tuvo lugar, del 11 al 22 de noviembre de 2024, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático[33].
Con un enfoque central en la financiación climática, la COP29 alcanzó un acuerdo innovador que significa triplicar el financiamiento para los países en desarrollo, desde el objetivo anterior de 100.000 millones de dólares anuales a 300.000 millones de dólares anuales en 2035; y asegurar los esfuerzos de todos los actores para trabajar juntos a fin de aumentar el financiamiento a los países en desarrollo, de fuentes públicas y privadas, hasta alcanzar un monto de 1,3 billones de dólares por año para 2035[34].
El Secretario Ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, Simon Stiell, en la clausura de la Conferencia se congratuló por haber logrado un acuerdo, una póliza de seguro para la humanidad. Recalcó que, como cualquier póliza de seguro, solo funciona si las primas se pagan en su totalidad y a tiempo. Las promesas deben cumplirse para proteger miles de millones de vidas. Manifestó que se viene demostrando que el Acuerdo de París de la ONU está dando resultados, pero los gobiernos aún deben acelerar el ritmo. Recordó que, sin esta cooperación global convocada por la ONU, estaríamos encaminados hacia un calentamiento global de 5 grados. El Acuerdo de París de las Naciones Unidas es el «salvavidas» de la humanidad[35].
No todos en la sala eran tan optimistas. Los representantes del bloque negociador de los países menos desarrollados afirmaron: «Estamos indignados y profundamente dolidos por el resultado de la COP 29. Otra vez, los países más responsables de la crisis climática nos han fallado. Esto no es sólo un fracaso. Es una traición. De ese total prometido, tan solo 300.000 millones de dólares procederán directamente de los presupuestos de los países desarrollados y de instituciones financieras públicas, como el Banco Mundial. La gran mayoría de ese dinero debería consistir en donaciones y préstamos a bajo interés, pero la redacción poco precisa implica que incluso ese compromiso está sujeto a restricciones. Este nivel tan bajo de financiación significa muerte y miseria para nuestros países»[36].
Conclusiones
En su encíclica Laudato si’ (2015), el papa Francisco nos ofrece una lectura teológica de toda esta problemática. Constata que los relatos de la creación en el libro del Génesis contienen profundas enseñanzas. Muestran que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra (LS, 66); y que todo está relacionado, y el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás (LS, 70). Una consideración histórica ayuda a comprender esta afirmación fundamental: ¿se puede negar que con la Revolución industrial se desencadenó una dinámica de explotación del patrón al obrero y un comportamiento depredador y nocivo de los recursos naturales?
Prosigue el Papa recordando que Dios ordenó a Israel que cada séptimo día debía celebrarse como un día de descanso, un Shabbath (cf. Gn 2,2-3; Ex 16,23; 20,10), e instauró un año sabático para Israel y su tierra, cada siete años (cf. Lv 25,1-4). Año en el que se daba un completo descanso a la tierra, no se sembraba y sólo se cosechaba lo indispensable para subsistir y brindar hospitalidad (cf. Lv 25,4-6). Finalmente, pasadas siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años, se celebraba el Jubileo, año de perdón universal y «de liberación para todos los habitantes» (Lv 25,10). «El desarrollo de esta legislación trató de asegurar el equilibrio y la equidad en las relaciones del ser humano con los demás y con la tierra donde vivía y trabajaba. Pero al mismo tiempo era un reconocimiento de que el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el pueblo» (LS, 71).
¿Estamos ante textos de imposible aplicación? ¿Textos meramente inspiradores? ¿No marcan la dirección de una necesaria reforma? Sí. «La ley de Dios propone un ideal que está más allá de la administración ordinaria, de la gestión política, la lógica, las meras leyes de la economía y el mismo sentido»[37].
En la bula de convocación del Jubileo ordinario del año 2025, el Papa invita a las naciones más ricas a condonar las deudas de los países en desarrollo que nunca podrán devolver y les ahogan, y a que tomen en consideración que hay una verdadera «deuda ecológica», entre el Norte y el Sur, provocada por el desproporcionado uso de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países [38]. El cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, llevó esta propuesta a la COP 29[39]. Pero sigue sin adaptarse. A la par se concede una ayuda financiera que sigue siendo insuficiente, y con la nueva administración en Washington el mundo pierde un importante contribuidor financiero. ¿Esta segunda salida de EE.UU. comprometerá el acuerdo climático de París? Pronto lo veremos.
Nuestro mundo está enfermo. Pero, ¿qué mejor oportunidad, de hecho se puede dar para alumbrar una economía más equitativa? Hay que comenzar logrando que los países que se han enriquecido explotando el planeta ofrezcan a los países pobres, principales víctimas del cambio climático, la posibilidad de emanciparse de su propia miseria mediante un desarrollo sostenible. Una economía más equitativa y más ecológica orientada a la consecución del bien común. En opinión de Grazia Francescato esto conlleva una conversión ecológica radical de la economía y de la sociedad. Sin un salto cualitativo en la conciencia colectiva y una auténtica toma de conciencia del límite, devoraremos los recursos de la tierra, desencadenando crecientes y devastadoras desigualdades sociales y muchos conflictos (incluidos los armados)[40].
Concluimos recordando una estrofa del Salmo 68, que expresa la sabiduría que viene de lo alto: «Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres» (Sal 68,10-11).
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Cf. UN, «WMO confirms 2024 as warmest year on record at about 1.55°C above pre-industrial level», 10 de enero de 2025, en
https://wmo.int/media/news/wmo-confirms-2024-warmest-year-record-about-155degc-above-pre-industrial-level ↑
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Cf. Id., «Solidarity for a Green World, en www.news.un.org/en/story/2024/11/1156831, 12 de noviembre de 2024; F. Harvey – D. Carrington – A. Niranjan – D. Noor, «This year has been masterclass in human destruction, UN chief tells Cop29», en The Guardian (https://tinyurl.com/5n89wyeb), 12 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. UN, «Secretary-General’s Statement on Official Confirmation of 2024 as the Hottest Year», en https://tinyurl.com/Kpu9fzxb/, 10 de enero de 2025. ↑
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Cf. Id., «“Worsening Climate Impacts Will Put Inflation on Steroids Unless Every Country Can Take Bolder Climate Action”: Simon Stiell Tells World Leaders», en https://tinyurl.com/yjaywh26/, 12 de noviembre de 2024.
https://unfccc.int/news/worsening-climate-impacts-will-put-inflation-on-steroids-unless-every-country-can-take-bolder ↑
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Cf. «Fossil fuel CO2 emissions increase again in 2024», en Global Carbon Project (www.globalcarbonbudget.org/fossil-fuel-co2-emissions-increase-again-in-2024), 13 de noviembre de 2024. ↑
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Así se expresa el profesor Andrew Dessler, climatólogo de la Universidad Texas A&M de Estados Unidos, https://www.worldenergydata.org/hottest-year-on-record-sent-planet-past-1-5%CB%9Ac-of-heating-for-first-time-in-2024/ ↑
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Cf. B. McGUIRE, Hothouse earth, an inhabitant’s guide, Londres, Icon Books, 2022, 1-16. ↑
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Cf. IPCC, Sixth Assessment Report, 2021/23, en www.ipcc.ch/assessment-report/ar6 ↑
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Cf. L. Butler, «“The next 10 years are critical” – Dr Rogelj, IPCC 1.5°C Special Report author», en Imperial (www.imperial.ac.uk/news/187755/the-next-10-years-critical-dr), 28 de agosto de 2018. ↑
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Cf. B. McGuire, Hothouse Earth…, cit., XV-XVI. ↑
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World Weather Attribution (WWA; sitio web: www.worldweatherattribution.org) es una red académica colaborativa que proporciona estimaciones sobre el impacto del cambio climático en los fenómenos meteorológicos extremos. Se fundó en 2014. Colaboran el Imperial College de Londres, el Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos, el Laboratoire des sciences du climat et de l’environnement, la Universidad de Princeton, el Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos, la ETH de Zúrich, el IIT de Delhi y especialistas en impacto climático del Centro del Clima de la Cruz Roja/Media Luna Roja. ↑
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Cf. WWA, «When Risks Become Reality: Extreme Weather In 2024», en http://tinyurl.com/wxue2wwn/, 27 de diciembre de 2024. ↑
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Un sitio web con sede en el Reino Unido especializado en la ciencia y la política del cambio climático financiado por la Fundación Europea del Clima. ↑
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Cf. R. Mc Sweeney – A. Tandon», «Mapped: How climate change affects extreme weather around the world», en www.interactive.carbonbrief.org/attribution-studies/index.html/, 13 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. «Transcript: FEMA administrator Deanne Criswell on “Face the Nation with Margaret Brennan”, Sept. 29, 2024», en CBS News (https://tinyurl.com/ymsx79ae), 29 de septiembre de 2024. ↑
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Cf. A. Tyson – B. Kennedy, «Public Trust in Scientists and Views on Their Role in Policymaking», en Pew Research Center (https://tinyurl.com/38h4ysnf), 14 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. AGU24, «A Message From AGU President Lisa Graumlich», en https://tinyurl.com/2ssnrcts/, 9 de diciembre de 2024. ↑
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Cf. O. Milman, «Anxious scientists brace for Trump’s climate denialism: “We have a target on our backs”», en The Guardian (www.theguardian.com/us-news/2024/dec/15/scientists-climate-denial-trump), 15 de diciembre de 2024. ↑
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Cf. «Putting America First in International Environmental Agreements: Executive Order», en https://tinyurl.com/5n7nz7b7/, 20 de enero de 2025. ↑
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W. Nordhaus, «Reflections on the Economics of Climate Change», en Journal of Economic Perspectives 7 (1993/4) 11; 15. ↑
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Cf. Id., «Climate Clubs: Overcoming Free-Riding in International Climate Policy», en American Economic Review 105 (2015/4) 1339-1370. ↑
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Cf. B. Appelbaum, «2018 Nobel in Economics Is Awarded to William Nordhaus and Paul Romer», en The New York Times (www.nytimes.com/2018/10/08/business/economic-science-nobel-prize.html), 8 de diciembre de 2018. ↑
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Cf. E. Linden, «The economics Nobel went to a guy who enabled climate change denial and delay», en Los Angeles Times (https://tinyurl.com/h733zty8), 25 de octubre de 2018. ↑
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Cf. E. O’Donnell, «Climate Change’s Crippling Costs», en Harvard Magazine (www.harvardmagazine.com/2024/09/harvard-economic-impact-climate-change), septiembre-octubre 2024. ↑
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Cf. W. Nordhaus, «Revisiting the social cost of carbon», en PNAS 114 (2017/7) 1518-1523 (www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.16092441144). ↑
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Cf. A. Bial – D. R. Känzig, «The Macroeconomic Impact Of Climate Change: Global Vs. Local Temperature», en National Bureau Of Economic Research Working Paper 32450 (www.nber.org/papers/w32450), mayo 2024. ↑
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Cf. C. Rosslowe – B. Petrovich, «European Electricity Review 2025», en www.ember-energy.org/latest-insights/european-electricity-review-2025/, 23 de enero de 2025. ↑
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Cf. WHO, «Ambient (outdoor) air pollution», en https://tinyurl.com/3p945xcy/, 24 de octubre de 2024. ↑
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Cf. WWG, «Pollution», en www.worldbank.org/en/topic/pollution ↑
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Cf. W. Beckerman, «Economic growth and the environment: Whose growth? Whose environment?» en World Development 20 (1992/4) 481-496. ↑
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Cf. UN, «What is the United Nations Framework Convention on Climate Change?», en https://tinyurl.com/3395ddx8 ↑
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Cf. Id., «What is the Kyoto Protocol?», en www.unfccc.int/es/kyoto_protocol ↑
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Cf. Id., «UN Climate Change Conference Baku – November 2024», en www.unfccc.int/cop29 ↑
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Cf. Id., «COP29 UN Climate Conference Agrees to Triple Finance to Developing Countries, Protecting Lives and Livelihoods», en https://tinyurl.com/3eedz87u ↑
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Cf. Id., «“This New Finance Goal is an Insurance Policy for Humanity”: Simon Stiell at Close of COP29», en https://tinyurl.com/59hrvya3, 24 de noviembre de 2024. ↑
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F. Harvey, «Backroom deals and betrayal: how Cop29’s late $300bn deal left nobody happy», en The Guardian (www.theguardian.com/profile/fiona-harvey), 26 de noviembre de 2024. ↑
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G. Ravasi, Il significato del Giubileo. L’anno santo dalla Bibbia ai nostri giorni, Bolonia, EDB, 2015, Edición digital Kindle Amazon, 20. ↑
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Cf. Francesco, Bula Spes non confundit, n. 16. ↑
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Cf. S. Cernuzio, «Cop29, il Papa: basta ritardi e indifferenza. Cancellare il debito dei Paesi poveri», en Vatican News (https://tinyurl.com/3zesbxeb), 13 de noviembre de 2024. ↑
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Cit en M. MAGNANI , Making the global economy work for everyone.Palgrave 2022, 96. ↑
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