El p. Stan Swamy, jesuita que dedicó su vida al desarrollo integral del pueblo Adivasi, murió en el hospital de Mumbai (India) el 5 de julio pasado, tras nueve meses de prisión. El religioso, de 84 años, había sido arrestado el 8 de octubre de 2020 y encarcelado bajo la acusación de “terrorismo” por haber defendido los derechos de las tribus en el estado de Jharkhand. Ya enfermo en el momento en que fue arrestado, fue liberado de la cárcel e ingresado en el hospital el 29 de mayo en condiciones muy comprometidas, luego de haber contraído el Covid-19 mientras estuvo detenido.
Stanislaus Lourduswamy, nativo de Tamil Nadu, había elegido servir en las misiones del norte y entró en la Provincia jesuita de Jámshedpur. Desde hace casi 20 años vivía en Ranchi, centro de la vida y del mundo de los adivasi, tanto de los católicos como de los no católicos.
¿Cuál era el objetivo con el que se había comprometido el p. Swamy, el principal motivo de su arresto? Como informamos en un artículo de nuestra edición italiana, él mismo lo había descrito así: “Durante las últimas dos décadas me he identificado con el pueblo adivasi y con su lucha por una vida digna y que se respeta a sí misma. Como escritor, he intentado analizar los diversos problemas que ellos enfrentan. En este camino he expresado claramente mi desacuerdo, a la luz de la Constitución Hindú, con respecto a diversas políticas y leyes promulgadas por el gobierno. He cuestionado la validez, la legalidad y la justicia de diversas acciones del gobierno y de la clase dirigente”. En un mensaje audiovisual difundido pocos días antes de su detención, había declarado ser consciente de lo que estaba haciendo y del precio que tendría que pagar por adoptar esta posición: “Lo que me esta sucediendo no es un caso aislado. Es un proceso más amplio que está ocurriendo en todo el país. Todos sabemos que destacados intelectuales, abogados, escritores, poetas, activistas, líderes estudiantiles, están siendo encarcelados solo por expresar su desacuerdo o por cuestionar los fuertes poderes que operan en la India. Así que somos parte del proceso. En cierto sentido, estoy feliz de formar parte de este proceso, porque no soy un espectador silencioso, sino un elemento activo, me pongo en juego y estoy listo para pagar el precio, sea cual sea”.