Con sus camastros extendidos en la Iglesia de Saint-Pierre de Calais, Francia, tres personas están en huelga de hambre en apoyo a los inmigrantes desde el 11 de octubre, para denunciar las inaceptables condiciones de vida y las «insoportables vejaciones» sufridas por las personas que acampan en lo que se conoce como la «jungla» de Calais, en la costa francesa que mira al Reino Unido. En veinte años, más de 300 personas han muerto buscando atravesar el Canal. Entre ellos: hombres, mujeres, niños y recién nacidos.
Los tres promotores de la protesta pacífica son el padre jesuita Philippe Demeestere, de 72 años, capellán del Secours catholique, y Anaïs Vogel (35) y Ludovico Holbein (38), una pareja movilizada desde varios meses para apoyar a los inmigrantes.
Permanecerán en huelga hasta que la autoridad del Estado responda a tres solicitudes precisas: que las fuerzas del orden terminen con las evacuaciones cotidianas de los acampados, al menos por los meses invernales; que se impida la confiscación de los objetos personales y de las tiendas de campaña; por último, que se retome el diálogo entre la autoridad y las asociaciones de voluntarios y las ONG, para poder definir las modalidades de la necesaria intervención humanitaria.
«Nuestros políticos no han aprendido a enfrentar la vida», así resume el p. Demeestère la situación, en un breve video difundido a través de Instagram por el colectivo Faim aux frontières en apoyo de la protesta. «En cuatro ocasiones, el Estado ha bloqueado todos los accesos a las asociaciones para distribuir bienes de primera necesidad a los inmigrantes. Se está criminalizando la fraternidad».
El colectivo Faim aux frontières publicó asimismo una petición online en apoyo a las solicitudes de los tres huelguistas.
