Mientras Venezuela vuelve oficialmente al centro de la nueva «guerra fría» entre Rusia y Estados Unidos, el país sudamericano se hunde desde hace tiempo en una dramática crisis social, económica y política. Con ocasión de su reciente Asamblea Ordinaria, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ha incluido al centro de su Exhortación Pastoral un duro análisis de la crisis por la que atraviesa el país. Para los obispos, el país vive una situación «moralmente inaceptable» en un sistema político que quiere «mantener a toda costa el poder».
En las cuatro páginas del documento se destacan tres realidades específicas de la dolorosa situación del país, agravada por la pandemia: «el desmantelamiento de las instituciones democráticas y de las empresas del Estado»; «el dramático éxodo debido a la emigración forzada de cerca de seis millones de compatriotas expatriados por falta de oportunidades de desarrollo en el país» y «la pobreza de la gran mayoría de nuestro pueblo, con particular acento en la desnutrición de la infancia y las situaciones de injusticias que viven las personas de avanzada edad».
El nuevo presidente de la CEV, el arzobispo de Cumaná, monseñor Jesús González de Zárate, comentó el documento en una entrevista a Vatican News, y se detuvo en particular en las recientes elecciones del Estado de Barinas, dos veces convocadas y dos veces ganadas por la oposición. Un victoria que tiene un fuerte valor simbólico, pues tiene lugar en el estado donde nació el ex presidente Hugo Chávez. Según mons. González de Zárate, el voto reveló «la fragilidad del sistema democrático venezolano y las múltiples dificultades que presenta participar en las elecciones».
En cuanto a la situación económica, que parece mostrar signos de repunte después de mucho tiempo, el presidente de los obispos habló de una «mejoría aparente», pues amplios estratos de la sociedad permanecen excluidos. Más aún, una de las causas del éxodo venezolano es la «falta de oportunidades, que obliga a las personas a dejar el país»: adultos en edad productiva que se marchan, dejando a menudo a los ancianos y niños en situaciones precarias.
Al respecto, cabe recordar que al mismo tiempo se está librando – desde hace mucho y con intensidades variables – una guerra en la frontera con Colombia, en particular entre el departamento colombiano de Arauca y el estado venezolano de Apure. Una guerra «pendular» en la que se entrelazan los dramas irresueltos de los dos países, la guerrilla colombiana, la represión y los tráficos del régimen de Maduro, la huida de venezolanos de su país. Los protagonistas son, ante todo, grupos armados colombianos del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de la disidencia del frente de las FARC.
