Con un «rescripto» fechado 16 de septiembre de 2022, el Papa Francisco creó el Fondo Populorum Progressio para los pobres de América Latina y el Caribe, suprimiendo al mismo tiempo la Fundación Pontificia del mismo nombre que venía funcionando hasta hoy. Esto parece ser algo más que una simple operación de reorganización: se trata de un signo adicional de cómo el Papa entiende las intervenciones «caritativas» y el papel de servicio de la Curia Romana.
No a la beneficencia desde arriba
En su discurso de despedida a los miembros del consejo de administración de la Fundación, Francisco quiso subrayar que el objetivo es, de alguna manera, dar a los «pobres» en persona la posibilidad de ser protagonistas y creadores de las acciones necesarias para el cambio: «Los pobres no deben ser vistos como destinatarios de una obra de beneficencia. Deben ser parte activa del discernimiento de las necesidades más urgentes». Y, tras mencionar su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium – «No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo» (EG 239)-, el Santo Padre explicitó lo que parece ser el núcleo de la elección: «Es importante que nos liberemos de las mentalidades paternalistas, que ensanchan la brecha entre quienes están llamados a formar una sola familia».
El papel del CELAM
Sin dejar de ser una obra de caridad del Papa, la Santa Sede confía al CELAM (Consejo Episcopal de América Latina y el Caribe) la tarea de analizar los proyectos financiados por el recién creado Fondo y ayudar a su ejecución. Se trata de «promover una mayor vinculación con las Iglesias locales y hacer más efectivos los programas de desarrollo integral en las comunidades indígenas y afrodescendientes más olvidadas y pobres de América Latina». En este sentido, la iniciativa del Pontífice está absolutamente en línea con la necesidad de simplificación y descentralización que anima la Reforma de la Curia.
Mons. Miguel Cabrejos, presidente del CELAM, dijo en la ocasión que «sin duda, nuestra colaboración con el Fondo Populorum Progressio se sitúa también en continuidad con la opción preferencial por los más pobres que venimos reafirmando desde hace varias décadas en nuestra acción pastoral, tal como se expresa en el rico Magisterio de la Iglesia latinoamericana y caribeña».
Bajo el signo de Pablo VI, para motivar el cambio
El Pontífice ha querido, en efecto, retomar las intenciones de Pablo VI, que de este modo específico -un Fondo, «según las orientaciones ofrecidas por los Episcopados del continente» – había pensado en concretar su Encíclica sobre el progreso de los pueblos, tras su visita a Colombia en 1968: ayudar a los campesinos pobres y promover la reforma agraria, la justicia social y la paz en América Latina. El deseo del Papa Francisco es que «las iniciativas de solidaridad muestren que es posible cambiar, que la realidad no está bloqueada, y que, si se emprenden con sabiduría y coherencia, motiven a muchos».